lunes, 12 de octubre de 2009

Efectos del ASI: TRASTORNO POR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

El trastorno por estrés postraumático (PTSD sigla en inglés), es un desorden psiquiátrico que puede ocurrir luego de haber experimentado o haber presenciado un evento que amenaza la vida, como una guerra, un desastre natural, un incidente terrorista, un accidente o asaltos personales como es el caso de la violación. Las personas que sufren PTSD reviven la experiencia a través de pesadillas y flashbacks, tienen dificultad para dormir y se sienten disociados o alienados, y estos síntomas pueden ser tan severos o durar lo suficiente como para interferir con la vida diaria de la persona.
El PTSD está marcado tanto por cambios biológicos como por síntomas psicológicos. El PTSD es complicado por el hecho de que generalmente ocurre en combinación con desórdenes relacionados como la depresión, el abuso de sustancias, problemas de memoria y cognición, y otros problemas de salud física y mental. Este desorden también se asocia con el impedimento de la persona a funcionar en la vida social o familiar, incluyendo inestabilidad ocupacional, problemas matrimoniales y divorcios, y dificultades para criar a los hijos.
El trastorno por estrés postraumático puede iniciarse a cualquier edad, incluso durante la infancia. Los síntomas suelen aparecer en los primeros 3 meses posteriores al trauma, si bien pueden haber un lapso temporal de meses, o incluso años, antes de que el cuadro sintomático se ponga de manifiesto. Con frecuencia, la alteración reúne inicialmente los criterios diagnósticos del trastorno por estrés agudo. Los síntomas del trastorno y la predominancia relativa de la reexperimentación, comportamiento de evitación y síntomas de activación pueden variar ampliamente a lo largo del tiempo. La duración de los síntomas muestra considerables variaciones; la mitad de los casos suele recuperarse completamente en los primeros 3 meses; en otras ocasiones todavía pueden persistir algunos síntomas más allá de los 12 meses posteriores al acontecimiento traumático.
La intensidad, duración y proximidad de la exposición al acontecimiento traumático constituyen los factores más importantes que determinen las probabilidades de presentar el trastorno. Existen algunas pruebas que demuestran que la calidad del apoyo social, los antecedentes familiares, las experiencias durante la etapa infantil, los rasgos de personalidad y los trastornos mentales preexistentes pueden influir en la aparición del trastorno por estrés postraumático. Este trastorno puede aparecer en individuos sin ningún factor predisponente, sobre todo cuando el acontecimiento es extremadamente traumático.
En los niños mayores las pesadillas perturbadoras sobre el acontecimiento traumático pueden convertirse, al cabo de varias semanas, en pesadillas generalizadas, donde pueden aparecer monstruos, rescates espectaculares o amenazas sobre ellos mismos o sobre los demás. Los niños no suelen tener la sensación de revivir el pasado; de hecho, la reexperimentación del trauma puede reflejarse en juegos de carácter repetititvo (por ejemplo, un niño que se vio implicado en un grave accidente de tráfico lo recrea en sus juegos haciendo chocar coches de juguete). Para un niño puede ser difícil expresar la disminución del interés por las actividades importantes y el embotamiento de sus sentimientos y afectos.

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