Me pediste un día un cuento...
Acontecía el Tiempo del Agua, estábamos en el 2009 y los destinos aún se dibujaban.
Esa noche, baje los innumerables escalones de la escalera caracol, que llevaban al recinto de los sueños, y entre almohadas de burbujas me recliné a escribir el cuento en el vacío.
Tres de las hadas encomendadas del cuidado de los secretos de lo infinito fueron descubriéndome, de uno en uno los espejos.
En ellos podía mirarse más allá de los límites del universo, y juguetear con el tiempo...
Entonces,los instantes surgían en un gran caleidoscopio de resplandecientes matices que yo zarandeaba con mis cansadas manos.
El primer tiempo originario que surgió fue el de la Gentileza de Dios, con sus astros verdes y sus seres naranjas.
El segundo, el Tiempo del Espejo, donde extrañas hembras de rostro blanco y bocas azules hacían invocaciones alquímicas, con las constelaciones superiores.
El tercer Tiempo en aparecer fue el de la Magia y allí me detuve.
Emergieron, entonces, sus siete mundos, y elegí este mismo, que hoy habito. Paseé mis enormes ojos por su firmamento, sus montañas de formas rigurosas y sus vulgares pobladores, para recluirme luego en un edificio de extraño aspecto arquitectónico.
Tomé otro cristal, para mirar más largamente que estaba transcurriendo en lo íntimo de ese lugar, que no sé porque llamaba tanto mi curiosidad.
Vi allí a un hombre que estaba hablando algo con el infinito.
Y estas eran sus palabras:
“Yo vuelo en el viento todas las noches, cuando la gente se adormece."
“Mis cabellos son etéreos y suaves, mi piel templada y mis ojos vivos, extraordinarios."
“Resguardo mi cuerpo con la brisa, con un manto de soplo azul, y mi cabeza irradia luz."
“Mi nombre es..."
“No tengo edad."
“Vivo en un edificio sin habitar, junto a algunos seres aliados que los humanos llaman espíritus y espectros."
“Hago encantamientos y magia."
“Y desde siempre amo a una mujer..."
“Ella es eterna. Pero únicamente me frecuenta en sus sueños."
“Su nombre es ..."
Tomé el tercer cristal, para conocer de cerca el perfil de ese hombre.
El me miraba turbado ante un espejo...
Tenía mis mismos dedos extendidos, mi misma boca, mis mismos ojos...
En aquel momento vislumbré...
... que el cuento ya estaba escrito íntimamente en mi.
Claudia Mendiondo (Nivadi Da Lucia), Octubre, 2009
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