
Los niños que han sido abusados pueden mostrar:
una pobre auto-imagen; reactuación del acto sexual; incapacidad para depender de, confiar en, o amar a otros; conducta agresiva, problemas de disciplina y, a veces, comportamiento ilegal; enojos y rabia; comportamiento auto-destructivo o auto-abusivo, pensamientos suicida; pasividad y comportamiento retraído; miedo de establecer nuevas relaciones o de comenzar actividades nuevas; ansiedad y miedos; problemas en la escuela o fracaso escolar; sentimientos de tristeza u otros síntomas de depresión; visiones de experiencias ya vividas y pesadillas; abuso de drogas o de alcohol.
A menudo el daño emocional severo a los niños maltratados no se refleja hasta la adolescencia, o más tarde aún, cuando muchos de estos se convierten en padres abusivos y comienzan a maltratar a sus propios hijos.
Un adulto que fue abusado de niño tiene mucha dificultad para establecer relaciones personales íntimas. Estas víctimas, tanto hombres como mujeres ya adultos, pueden tener problemas para establecer relaciones cercanas, para establecer intimidad y confiar en otros. Están expuestos a un riesgo mayor de ansiedad, depresión, abuso de sustancias, enfermedades médicas y problemas en la escuela o en el trabajo. Sin el tratamiento adecuado el daño puede perdurar de por vida.
La identificación y el tratamiento a tiempo son importantes para reducir las consecuencias del abuso a largo plazo. Los psiquiatras pueden ayudar a la familia a aprender nuevas formas de darse apoyo y de comunicarse los unos con los otros. Mediante el tratamiento, el niño maltratado comienza a recuperar su sentido de confianza en sí mismo y en otros.
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