martes, 24 de noviembre de 2009

Cambiar el mundo

Llegó una vez un profeta a una ciudad y comenzó a gritar, en su plaza mayor, que era necesario un cambio de la marcha del país.
El profeta gritaba y gritaba y una multitud considerable acudió a escuchar sus voces, aunque más por curiosidad que por interés.
Y el profeta ponía toda su alma en sus voces, exigiendo el cambio de las costumbres.
Pero, según pasaban los días, eran cada vez menos los curiosos que rodeaban al profeta y ni una sola persona parecía dispuesta a cambiar de vida.
Pero el profeta no se desalentaba y seguía gritando.
Hasta que un día ya nadie se detuvo a escuchar sus voces.
Mas el profeta seguía gritando en la soledad de la gran plaza.
Y pasaban los días.Y el profeta seguía gritando. Y nadie le escuchaba.
Al fin, alguien se acercó y le preguntó:
"¿Por qué sigues gritando?
¿No ves que nadie está dispuesto a cambiar?"
"Sigo gritando" -dijo el profeta-
"porque si me callara, ellos me habrían cambiado a mí."
- José Luis Martín Descalzo -

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