sábado, 21 de marzo de 2009

El maltrato podría afectar las funciones cerebrales

Una palmada, una cachetada o incluso un grito pueden provocar alteraciones significativas y permanentes en el cerebro infantil y derivar en problemas de conducta, según una nueva investigación del Hospital McLean, un centro psiquiátrico que depende de la Facultad de Medicina de Harvard, en los Estados Unidos.(año 2001)

El doctor Martin Teicher, que dirigió el estudio, señaló que hay pruebas de que los traumas emocionales de la infancia pueden causar deformaciones en zonas importantes del cerebro y ser causa de depresiones, ansiedad y otros trastornos.

"Nuestras experiencias van modelando el cerebro. Una experiencia adversa modela nuestro cerebro de otra manera", indicó Teicher. "Comprobamos, por ejemplo, que el maltrato verbal es devastador".

Su equipo hizo centenares de tomografías de cerebro a chicos que habían ingresado al hospital tras ser víctimas de abandono, violencia física o verbal, y las comparó con tomografías de nenes que no habían pasado por experiencias similares.

Descubrieron que en los chicos que habían sufrido abandono o malos tratos el cuerpo calloso —los nervios que comunican los dos hemisferios del cerebro y hacen las veces de principal vía de información entre ambos— era hasta un 40 por ciento más pequeño que el promedio.

Si el cuerpo calloso tiene un desarrollo inferior al normal, se inhibe la comunicación entre los dos hemisferios. Por eso, un chico podría "quedarse" en un hemisferio en lugar de pasar con rapidez y facilidad de uno a otro, como es lo habitual.

El hemisferio izquierdo del cerebro controla la mitad derecha del cuerpo y es donde tienen lugar el pensamiento lógico y racional y el lenguaje. El hemisferio derecho controla el lado izquierdo, y es donde residen el pensamiento creativo y emocional. Si se favorece uno en detrimento del otro, pueden producirse graves problemas.

"Muchas personas que superaron traumas infantiles pueden ponerse muy emocionales y carecer por completo de la guía lógica del lado izquierdo", explicó Teicher. El doctor David Wood, experto en niños y adolescentes, indicó que este trabajo supone un gran paso adelante porque plantea cómo hay que tratar a los niños.

La investigación neurocientífica moderna se centra en la forma en que el cerebro experimenta cambios físicos en respuesta a estímulos externos. "Hablamos sobre una compleja interacción entre la disposición genética y la experiencia", dijo Wood.

Peter Wilson, director de la organización de salud mental infantil Young Minds, dijo que la investigación moderna muestra qué vulnerables son los niños: "Estamos descubriendo que el cerebro es un organismo que evoluciona, que en buena medida crece y se desarrolla durante la infancia. Y que reacciona al entorno".

"Estos hallazgos muestran qué fuertes son los efectos que las experiencias negativas tienen en la vida emocional de los niños y en su desarrollo". Pruebas con animales indican que las neuronas reaccionan a algunas experiencias durante las primeras etapas del desarrollo. La tensión en períodos importantes determina si ciertas zonas del cerebro crecen o se mueren.

Teicher considera que su trabajo apunta a nuevas terapias. Ciertas actividades (como tocar el piano) suponen una coordinación concentrada de los dos hemisferios del cerebro. Ello podría llevar a la regeneración de algunas zonas afectadas.

JASON BURKE. The Observer. Especial

Traducción: CECILIA BELTRAMO
http://www.clarin.com/diario/2001/01/15/s-03301.htm


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