viernes, 5 de noviembre de 2010

AMOR Y MIEDO

En la psicología del ser humano, dicen, solo hay dos emociones: el amor y el miedo.
Y que ambas son tan antiguas como la vida del hombre sobre la tierra.
Mientras que el amor nos permite alcanzar la felicidad,el miedo, por el contrario, nos impide no solo gozar de la vida, sino disfrutar de buena salud tanto física como mental.
Nuestro cuerpo, como herencia genética, tiene registrado un fuerte impulso de supervivencia que está grabado en cada una de sus células.
Cuando las condiciones de supervivencia eran muy adversas, nuestro cerebro desencadenó toda una serie de mecanismos inconscientes tendientes a protegernos del medio adverso y hostil que nos rodeaba.
Miles de años después muchos de esos mecanismos siguen activos, y, a pesar de que las condiciones externas han variado, hay situaciones que ponen en marcha determinadas áreas del cerebro que desencadenan, igual que tiempo atrás, la producción de sustancias bioquímicas que se distribuyen por el torrente sanguíneo y provocan un enorme cantidad de alteraciones emocionales. La mayoría de las veces, esas energías emocionales que se generan, no encuentran una fácil canalización y se quedan almacenadas, produciendo bloqueos que más tarde desembocan en problemas físicos.
Esto sucede porque el enemigo contra el que tendríamos que defendernos no está fuera sino dentro de nosotros mismos. Dicho de otro modo, no hay algo externo que atente contra nuestra vida sino que son procesos mentales, a veces inconscientes, los que nos hacen saltar los resortes del miedo y su consecuencia inmediata: la inseguridad.
Son miedos psicológicos y emocionales, producto de nuestro tiempo, y estos miedos son sin duda una de las principales batallas que tenemos que enfrentar.
Miedos que se manifiestan bajo diferentes formas: inseguridad, angustia, temor, fobias… una serie de emociones que nos impide avanzar.
Cuando estos sentimientos aparecen todo adquiere una importancia extrema y la mente no encuentra salida. La mayoría de las veces la persona queda atrapada y confusa, incapaz de superar las circunstancias en las que está inmersa.

Saber qué nos produce miedo, fobia, angustia o inseguridad, es el primer paso para poder librarnos de ello.
Las preguntas que hay que aclarar son: -¿A qué le tengo miedo?-¿A algo real o algo que imagino?¿ Tiene solución? - ¿Cómo se manifiesta ese miedo? - ¿De dónde arranca ese miedo?- ¿Estoy pensando en la posibilidad o la probabilidad de que ese hecho ocurra?

Los miedos, sea cual fuera su modo de manifestarse, no se superan evadiéndolos sino enfrentándolos.
Y para hacerlo hay que echar mano de dos herramientas fundamentales y complementarias que nos proporcionan nuestros dos hemisferios cerebrales.
Por un lado hay que analizar la situación con el razonamiento y la lógica y responder a las preguntas anteriores: ¿Qué… Cómo… Cuándo… Dónde…?
Y por otro potenciar la imaginación y la visualización, en la que nos veamos superando sin dificultad los hechos que nos paralizaban y aplastaban.
Nuestra mente es creadora, y que para conseguir todo aquello que seamos capaces de “crear” se convierta en realidad, hay que dar el primer paso, que consiste en saltarse los propios límites.
En cualquier caso, hay que recordar que la única manera de perder el miedo a hacer algo es precisamente hacerlo.
A medida que vayamos superando situaciones iremos ganando confianza y seguridad y eso generará un estado de satisfacción que redundará en beneficio de nuestra salud tanto física, como psicológica y emocional.

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