Es importante remarcar que la pregunta del título no es qué origina, sino qué se esconde tras un brote psicótico.
Y lo que se esconde es un colapso del sistema nervioso central. A veces los trastornos obsesivos graves funcionan como “contenedores” de una posible crisis psicótica.
La psicosis es una escisión de la realidad, y ello se produce porque no se ha podido construir una estructura psíquica suficientemente fuerte y sólida como para hacer frente a las experiencias vitales normales, porque se ha “sufrido intensamente” a nivel emocional y la psique “no puede más” y llega a un punto de quiebra, o bien por el consumo excesivo de sustancias tóxicas como el alcohol, la mariguana o la cocaína entre otras.
Pero la perspectiva que yo defiendo es la de que tras un brote psicótico, es decir tras una crisis aguda donde pueden producirse movimientos compulsivos e incoherentes, hiperventilación y/o alucinaciones auditivas y visuales no se esconde la aparición de una enfermedad, sino al contrario es una crisis que produce la liberación del colapso del sistema nervioso central. Es similar a la erupción de un volcán que remueve todas las tierras del exterior y requiere un reordenamiento del territorio y del hábitat.
A partir de ese momento es evidente que se necesita medicación anti-psicótica para que tal crisis no se vuelva a producir, pero no porque la persona ya no pueda volver a la “normalidad psíquica”, al contrario, ahora es cuando puede volver a iniciar un proceso de estructuración o reestructuración de su personalidad.
En cambio lo que se suele hacer es todo lo contrario, se convierte al paciente en un psicótico crónico que, supuestamente, debe llevar una vida ordenada y estándar de bajo perfil. Lo que habría que hacer es, apoyado por los fármacos durante un tiempo, ayudarle a establecer su propia identidad para no tener que vivir indefinidamente medicado y sin una personalidad propia.
En resumen tras un brote psicótico se puede producir un punto de inflexión hacia la sanación pero se requiere el apoyo familiar, médico y psicológico para hacerlo. Lo más cómodo para todos es etiquetar y hacerle crónico, pero no es lo justo, al menos en un porcentaje significativo de casos.
Damián Ruiz
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